USSA: UN TRATADO DE MISOGINIA REVOLUCIONARIA

Por: Fernando Vargas Valencia


El Canto II del Altazor de Vicente Huidobro funda una teoría nuestramericana de lo femenino. Se trata de la epopeya de “la triste noctámbula” que oficia como “dadora de infinito”. Se trata de aquella que pudo ser ciega pero no lo fue y guarda el vestigio de su imposibilidad en el tamaño de sus manos, elemento de lágrima que rueda hacia dentro.

Una sensación análoga de fundación poética de una versión radical de lo femenino se percibe entre las líneas de USSA, poemario de Benjamin Morales (México D.F., 1984), autor conocido que lo firma como Benjamín Eliezer. Como en el Canto mencionado del gran Altazor, la presencia de las mujeres en el verso de Benjamín Eliezer (Morales) va delineando una suerte de geopolítica de Repúblicas aéreas que irrita la imagen poética con la terquedad de la ironía: “en la punta/ las ciudades/ ya no son del hombre,/ no son de Dios,/ son del aire/ que lo desprecia todo”.

No puede haber una forma de unanimidad en el universo femenino, porque cada mujer es la representación y el símbolo de cierto estado del alma o cierta situación histórica. Pero tampoco pueden separarse fácilmente las subjetividades de la amalgama que vienen siendo todas las mujeres: la mujer.  Creo que la situación paradójica en la que se encuentra el que se acerca al universo femenino, incluso aquel que se presta de dicho acercamiento como metáfora o como excusa para denunciar contradicciones que están a la base de la época en la que el poeta sueña anacronismos, es la razón de ser de cierta conciencia posible de la misoginia, no entendida ésta como burdo desprecio hacia lo femenino, sino como re-semantización libertaria de lo que significa en verdad ser mujer.

USSA está gritando  la contradicción de un estado de la historia, un ritmo diacrónico que se desprende de la imagen del mundo resumida en la de “un muro de cerdos que gritan la ternura de su carne”. Para ello, el Imperio se llama Grace Kelly, Dolly Parton, Condoleezza Rice, pero también es la voz agujereada de Nina Simone, la mirada taciturna de Norma Jean o la duda metódica sobre el silencio de Dios de una Susan Sontag. El imperio que retuerce el cuello de los poetas para obligarlos a decir: “nación sorda nación muerta sobre huesos rojos, crestas y cantos al desierto de rocas, piedras vivas, ciudades tranquilas que hemos visto en el magnífico silencio de sus rutas lejos de este fin de tierra”.

Se trata del cuerpo desnudo de un imperio que también es la promesa de un gran país libertario, como lo soñaba la embriaguez de Withman. Urdimbre multiforme de un mar hecho de cuerpos de mujeres, amontonados y yuxtapuestos, “un mundo fundado entre migajas, ciudades infinitas con venas negras entre montes, lagos fríos, bosques, ríos de cobre”. Se trata del Mississipi, padre de las aguas que desemboca en el Caribe, hundido en sí mismo, el río antiheraclitano en el que los ahogados apuran la ceniza para jugar al espejo quebrado de los horizontes. Se trata de la Femme fatale que soldados maltrechos y drogados aman desesperadamente, como sólo “se ama a la peor de las catástrofes”.

Podría pensarse que las alusiones pseudo-femeninas que pronuncia la voz fálica a lo largo de la torpe modernidad, son desboronadas por la poesía de Benjamín como una estatua de sal que nació muerta en medio del desierto de los decapitados. Hay entonces un tratado de misoginia revolucionaria detrás de USSA, donde las falsas virilidades de LA democracia, LA sociedad, LA patria, son sustituidas por la erotomanía del consumidor de cuerpos derrochados, por los lugares desheredados de la piel, por el que supone “los enormes prados de un mundo enfurecido”.

Los largos y briosos poemas de USSA son ríos desplomados que transmiten la metáfora del juego circular de la vieja y siempre nueva USA, consistente en imponer la versión más superficial de la libertad, con lo cual padece la paradoja del libertino sadeano o del vampiro eslavo: al ambicionar la máxima expresión de la vitalidad del otro, obtiene la anulación total, un cadáver. Esto quiere decir que la Gran Democracia, la ceremoniosa Sociedad Moderna, la perfecta Nación Soberana, sólo son posibles si se suicidan. Son el reino de lo inestable,  son el cálculo sobre lo inconmensurable, son la torpe ilusión de aprehender lo incomprensible “esperando el aplauso/ de los cuerpos escopetados”

Búsqueda de la otra mujer, la campesina, la revolucionaria, la poética, la dadora de infinito, la del Altazor ebrio de trementina y de universo, USSA de Benjamin Eliezer consume la medida de su tiempo en el verso categórico, casi que imperativo, a la manera del versículo. Funda una nación que se derrama en círculos y que esconde cierta afición exiliada del que ha asumido que su patria, es la mujer amada. El mar y el fuego, que son uno y son tantos, en el nombre del (otro) nombre, del nombre, y del (otro) mundo en su nombre.

Libro: USSA.
Autor: Benjamin Eliézer (Benjamín Morales).
Editorial: Editorial Malpaís (México).
Género: Poesía.

Año: 2009.

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